viernes, 22 de junio de 2012

literatura .* Competencia Lingüística.


Universidad Alfonso Reyes.
División Preparatoria.



Competencia Lingüística.
1er Ensayo.




Ruth Alondra Sánchez Soto.
L-10676
Lic. Norma E. Flores de A.
Literatura 1.




Guadalupe, N.L, 28 de mayo, 2012
Competencia Lingüística.
En 1973 Coseriu ya distinguía en el lenguaje tres niveles, cada uno de los cuales se correspondía con un tipo de saber lingüístico.
La competencia gramatical (también llamada competencia lingüística) es la capacidad de una persona para producir enunciados gramaticales en una lengua, es decir, enunciados que respeten las reglas de la gramática de dicha lengua en todos sus niveles (vocabulario, formación de palabras y oraciones, pronunciación y semántica). Se define como el conocimiento implícito que un hablante posee sobre su propia lengua, el cual le permite no sólo codificar mensajes que respeten las reglas de la gramática, sino también comprenderlos y emitir juicios sobre su gramaticalidad.
En lingüística, las teorías que se agrupan dentro de la gramática formal denominan competencia lingüística al conjunto de conocimientos que permiten al hablante de una lengua el comprender y producir una cantidad, potencialmente infinita, de oraciones gramaticalmente correctas, con una cantidad infinita de elementos. Además, ciertos enfoques que se ubican en la gramática funcional entienden que el término también debe incluir cierto conocimiento acerca de la adecuación de un enunciado al contexto de situación en que se produce.
La distinción entre el saber lingüístico y la concreción del mismo que aparece en Saussure no resulta tan original según Coseriu si se toman en cuenta por ejemplo las palabras que las distintas lenguas emplean, intuitivamente, para diferenciarlas: “parole”, “langue”, “habla”… Al oponer “lengua” y “habla”. Saussure atribuye al habla todo lo que es realización, empleo.
Para Howard Gardner la competencia lingüística es la inteligencia que parece compartida de manera más universal y común en toda la especie humana. Considera que las médulas de tal tipo de inteligencia son la fonología y la sintaxis, mientras que la semántica y la pragmática se relacionan más con la Inteligencia lógica-matemática y la Inteligencia interpersonal. Define pues la competencia lingüística como aquella que permite procesar información de un sistema de símbolos para reconocer la validez fonológica, sintáctica o semántica en un acto de significación de esa lengua.1
Para Joel Moroyoqui (2009), las competencias en el lenguaje son actuaciones en torno a la identificación, interpretación, argumentación y abordaje de diversas situaciones con base en el lenguaje, integrando el saber ser, el saber hacer y el saber conocer.
Para Chomsky, la competencia lingüística es la capacidad que tiene todo ser humano de manera innata de poder hablar y crear mensajes que nunca antes había oído. Esta competencia se centra en las operaciones gramaticales que tiene interiorizado el individuo y se activan según se desarrolle su capacidad coloquial. Es decir, el lenguaje nace desde dentro del individuo y no desde lo social como sostenía Saussure. El maestro lo que tiene que hacer es desarrollar esta competencia lingüística en el alumno haciéndole que hable y enseñándole vocabulario y no sólamente gramática. La competencia lingüística se hace realidad a través de reglas generativas que se relacionan con la gramática que es saber organizarse y estructurarse.
La dicotomía de Chomsky entre competente y performance es, siempre según Coseriu, menos ambigua:
“Para denominar los hechos sobre los que se basan son preferibles los términos de Chomsky, porque son menos equívocos y porque lo que se quiere decir no sólo lo nombra, sino que también lo caracterizan. La lengua, en Chomsky, no sólo está dada como lengua, sino como ya como lo que es: un saber, una competencia. Asimismo, el habla no sólo está dada como habla, como una forma determinada de la lengua, sino como ejecución, como realización de una saber en el hablar”.
La diferencia radical entre el planteamiento de Saussure y el de Chomsky tiene que ver con el contenido de la competencia y en cómo se de ese saber en los hablantes. Para Saussure, el conocimiento de la lengua es inconsciente y consiste más bien en unidades estáticas delimitadas por relaciones paradigmáticas; para Chomsky, el conocimiento es intuitivo y consiste en “reglas gramaticales” de formación de oraciones.
Para Coseriu, una teoría de la competencia lingüística ha de basarse en varios principios y niveles, que trasciendan las especializaciones de Saussure y Chomsky:
“Una teoría de la competencia lingüística que tenga una base objetiva ha de partir de dos comprobaciones o consideraciones generales
Con posterioridad a Canale, otros autores del campo de la enseñanza de segundas lenguas han publicado trabajos sobre la competencia comunicativa y sus componentes. Todos ellos incluyen entre éstos la competencia gramatical. Aunque se refieren a un mismo concepto, lo describen de manera parcialmente diferente, a tenor de la aproximación que subyace en sus trabajos al propio concepto de gramática. Así, J. van Ek, que adopta una postura muy próxima a la de Canale, habla de la capacidad de referirse al  significado convencional  de las expresiones, el cual define como aquel significado que una persona nativa atribuiría a una expresión si ésta apareciera aislada de cualquier texto, contexto y situación de uso. Para L. Bachman, en cambio, la competencia gramatical junto con la  competencia textual conforman la competencia organizativa; esta competencia organizativa, a su vez,  conforma junto con la competencia pragmática la competencia lingüística (que en el modelo de Bachman equivale en gran medida a lo que el resto de autores llama competencia comunicativa).
El Marco común europeo de referencia para las lenguas adopta otra estructura de descripción de la competencia comunicativa; en él, la competencia comunicativa está compuesta por la competencia lingüística, la sociolingüística y la pragmática; la competencia lingüística está integrada, a su vez,  por la léxica, la gramatical, la semántica, la fonológica, la ortográfica y la ortoépica (capacidad de articular una pronunciación correcta partiendo de la forma escrita). En una detallada descripción de cada una de estas competencias y subcompetencias, el Marco común europeo  ofrece unas escalas con seis niveles de dominio de cada una de ellas; así, describe en esos seis niveles la competencia lingüística general, la riqueza de vocabulario, el dominio del vocabulario, la corrección gramatical, el dominio de la pronunciación y el dominio de la ortografía.

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