Universidad
Alfonso Reyes.
División
Preparatoria.
Competencia
Lingüística.
1er
Ensayo.
Ruth Alondra Sánchez
Soto.
L-10676
Lic. Norma E. Flores
de A.
Literatura 1.
Guadalupe,
N.L, 28 de mayo, 2012
Competencia
Lingüística.
En 1973 Coseriu ya distinguía en el lenguaje tres niveles, cada
uno de los cuales se correspondía con un tipo de saber lingüístico.
La competencia gramatical (también llamada competencia
lingüística) es la capacidad de una persona para producir
enunciados gramaticales en una lengua, es decir, enunciados que respeten las
reglas de la gramática de dicha lengua en
todos sus niveles (vocabulario, formación de palabras y oraciones,
pronunciación y semántica). Se define como el conocimiento implícito que un hablante posee sobre su propia lengua, el cual le
permite no sólo codificar mensajes que respeten las reglas de la gramática,
sino también comprenderlos y emitir juicios sobre su gramaticalidad.
En lingüística,
las teorías que se agrupan dentro de la gramática formal denominan competencia lingüística al
conjunto de conocimientos que permiten al hablante de una lengua el comprender
y producir una cantidad, potencialmente infinita, de oraciones gramaticalmente correctas, con una
cantidad infinita de elementos. Además, ciertos enfoques que se ubican en la gramática funcional entienden que el término también debe
incluir cierto conocimiento acerca de la adecuación de un enunciado al contexto de situación en que se produce.La distinción entre el saber lingüístico y la concreción del mismo que aparece en Saussure no resulta tan original según Coseriu si se toman en cuenta por ejemplo las palabras que las distintas lenguas emplean, intuitivamente, para diferenciarlas: “parole”, “langue”, “habla”… Al oponer “lengua” y “habla”. Saussure atribuye al habla todo lo que es realización, empleo.
Para Howard Gardner la competencia lingüística es la inteligencia que parece compartida de manera más universal
y común en toda la especie humana. Considera que las médulas de tal tipo de
inteligencia son la fonología y la sintaxis, mientras que la semántica y la
pragmática se relacionan más con la Inteligencia
lógica-matemática y la Inteligencia
interpersonal. Define
pues la competencia lingüística como aquella que permite procesar información
de un sistema de símbolos para reconocer la validez fonológica, sintáctica o
semántica en un acto de significación de esa lengua.1
Para
Joel Moroyoqui (2009), las competencias en el lenguaje son actuaciones en torno
a la identificación, interpretación, argumentación y abordaje de diversas situaciones
con base en el lenguaje, integrando el saber ser, el saber hacer y el saber
conocer.
Para
Chomsky, la competencia lingüística es la capacidad que tiene todo ser humano
de manera innata de poder hablar y crear mensajes que nunca antes había oído.
Esta competencia se centra en las operaciones gramaticales que tiene
interiorizado el individuo y se activan según se desarrolle su capacidad
coloquial. Es decir, el lenguaje nace desde dentro del individuo y no desde lo
social como sostenía Saussure. El maestro lo que tiene que hacer es desarrollar
esta competencia lingüística en el alumno haciéndole que hable y enseñándole
vocabulario y no sólamente gramática. La competencia lingüística se hace
realidad a través de reglas generativas que se relacionan con la gramática que
es saber organizarse y estructurarse.
La dicotomía de Chomsky entre competente y performance es, siempre
según Coseriu, menos ambigua:
“Para denominar los hechos sobre los que se basan son preferibles
los términos de Chomsky, porque son menos equívocos y porque lo que se quiere
decir no sólo lo nombra, sino que también lo caracterizan. La lengua, en
Chomsky, no sólo está dada como lengua, sino como ya como lo que es: un saber,
una competencia. Asimismo, el habla no sólo está dada como habla, como una
forma determinada de la lengua, sino como ejecución, como realización de una
saber en el hablar”.
La diferencia radical entre el planteamiento de Saussure y el de
Chomsky tiene que ver con el contenido de la competencia y en cómo se de ese
saber en los hablantes. Para Saussure, el conocimiento de la lengua es
inconsciente y consiste más bien en unidades estáticas delimitadas por
relaciones paradigmáticas; para Chomsky, el conocimiento es intuitivo y
consiste en “reglas gramaticales” de formación de oraciones.
Para Coseriu, una teoría de la competencia lingüística ha de
basarse en varios principios y niveles, que trasciendan las especializaciones
de Saussure y Chomsky:
“Una teoría de la competencia lingüística que tenga una base
objetiva ha de partir de dos comprobaciones o consideraciones generales
Con
posterioridad a Canale, otros autores del campo de la enseñanza de segundas
lenguas han publicado trabajos sobre la competencia comunicativa y sus
componentes. Todos ellos incluyen entre éstos la competencia gramatical. Aunque se refieren a un mismo
concepto, lo describen de manera parcialmente diferente, a tenor de la
aproximación que subyace en sus trabajos al propio concepto de gramática. Así,
J. van Ek, que adopta una postura muy próxima a la de Canale, habla de la
capacidad de referirse al significado convencional de las expresiones, el cual define
como aquel significado que una persona nativa atribuiría a una expresión si
ésta apareciera aislada de cualquier texto, contexto y situación de uso. Para
L. Bachman, en cambio, la competencia gramatical junto con la competencia textual
conforman la competencia organizativa;
esta competencia organizativa, a su vez, conforma junto con la competencia pragmática la competencia lingüística (que
en el modelo de Bachman equivale en gran medida a lo que el resto de autores
llama competencia
comunicativa).
El Marco común europeo de referencia para las lenguas adopta otra estructura de descripción de la competencia
comunicativa; en él, la competencia comunicativa está compuesta por la
competencia lingüística, la sociolingüística y
la pragmática; la competencia lingüística está
integrada, a su vez, por la léxica, la gramatical, la semántica, la fonológica, la ortográfica y la ortoépica (capacidad de articular una
pronunciación correcta partiendo de la forma escrita). En una detallada
descripción de cada una de estas competencias y subcompetencias, el Marco común europeo ofrece
unas escalas con seis niveles de dominio de cada una de ellas; así, describe en
esos seis niveles la competencia lingüística general, la riqueza de vocabulario, el dominio del vocabulario, la corrección gramatical,
el dominio de la pronunciación y el dominio de la ortografía.
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